Jueves, 06 Septiembre de 2018
Es inevitable pensar en la fugacidad de la vida, un momento… disipándose en medio de las conciencias contemplativas y caminantes; viviendo en un futuro constante en donde el presente no existe, en donde vemos el reflejo del pasado instantáneo y experimentamos el futuro inmediato… así, delante de mis ojos la vida…
¿Calcular? No hay manera, la catarsis existencial moderna rige y esculpe la dirección que tomamos, las expectativas, las oportunidades, las presiones… nuestra responsabilidad para con nosotros mismos y la tenacidad con la que hacemos de este lapso de vida merecedor; sí, merecedor de sentido… de dirección.
Aun así, de vez en cuando parece tan simple… simple ejemplificar de buenas a primeras nuestra responsabilidad sobre la fugacidad y la relatividad. Por lo tanto, he de aclarar que este no es un artículo esotérico existencialista, al menos no uno cualquiera; mi intención con marear al lector con el viejo; pero ensordecedor estilo humanista de los grandes poetas latinoamericanos, es el de cautivar el ejemplo sensorial de la vida cotidiana, que a su vez describe de manera magistral las demandas de este nuevo milenio y llevarlo a un punto práctico en materia de administración pública local.
El término globalización como se entiende hoy, está con nosotros desde el final de la penúltima década del siglo XX marcado por la revolución tecnológica y el estallido de la burbuja económica del ¨puntocom¨; sin embargo su trascendencia e importancia alcanza su cúspide hoy, como muy bien nos presenta Guillermo Sánchez-Archidona en su ensayo ¨Reflexiones Sobre los Efectos de la Globalización¨, ninguna otra generación ha sido participe de los beneficios y oportunidades que un universo de información e interconexión nos ha entregado. Sin embargo, la globalización hace que el cambio y el desarrollo sea algo exponencial, como el presente mismo transmutando en cada parpadeo a una nueva situación en donde los diferentes avances en tecnología e información cambian continuamente las reglas del juego administrativo; reglas que, desde un foco local estamos tardando en asimilar.
Así, no cabe duda que las exigencias de este nuevo milenio, requieren de una misión mucho más clara a nivel de administración municipal. Es decir que, al asimilar un proceso de internacionalización, es inherente tener objetivos como rol estratégico en la gestoría a nivel local. Hasta hoy, las relaciones internacionales en los municipios han ocupado un puesto marginal y se las ha categorizado como esporádicas y espontáneas, por lo que un plan concreto de internacionalización es clave. No obstante, según el artículo, ¨La Importancia de la Comunicación Pública en la Internacionalización de las Ciudades¨ de Agostina Gasser, existen algunas otras ciudades que han ido adoptando la internacionalización como por inercia, su fuerte llamamiento internacional les ha dotado con la ventaja de conceder a su territorio de las bondades y tempestades de la globalización, ya sea por el turismo o la misma inversión foránea; aunque su impacto es significativamente positivo, una táctica deliberada y estructurada sigue siendo necesaria.
Entonces, la importancia de un procedimiento de acción como tal (mudar/transformar sus acercamientos de algo marginal a una acción estratégica), especialmente para las ciudades que han dejado a un lado la práctica de las relaciones internacionales, es evidente como lo demuestran en su trabajo Guillermo Jiménez et al. en ¨Internacionalización Territorial Posibilidades y Dificultades para los Gobiernos Substánciales¨. Así, de forma práctica se debe primero identificar objetivos concretos y factuales dentro de los municipios para implementar estrategias de desarrollo en las diferentes áreas de urbanidad y calidad de vida, haciendo que este tipo de proyectos cuenten con su propio departamento dotado de personal adecuado y entrenado, recursos (intelectuales, legales, económicos etc.) y una dirección de presupuesto definida.
Claramente a todo esto, se tiene que sumar un programa efectivo de comunicación interna para evadir la fragmentación o duplicación de objetivos fundando así sinergia para la acción coherente a nivel local e internacional.
Ahora bien, sabiendo que no se puede volver atrás, ya que independientemente la inercia de insertar en la agenda pública las demandas y estándares globales del buen vivir para incrementar la confianza entre actores locales y foráneos se intensifica (Sea en futuro ambiental sostenible, materias de género y multiculturalidad o en derechos de propiedad e inequidad social), la internacionalización se convierte en la oportunidad perfecta para obtener un impacto sustancial, reunir contactos y recursos humanos/intelectuales.
He aquí, que el despliegue indiscutible de funcionalidad hace que, al tener un enfoque estratégico de relaciones internacionales, es constituido más como un medio que como objeto en sí; entiéndase como medio, la implementación de dicha estrategia como una continua táctica para tener impacto exponencial correlacionado con el nivel de apertura alrededor del tiempo y, mas no como solo una meta a alcanzar y olvidar. Condicionalmente el éxito según; William H. Y Alfonso P. en su monografía ¨La Internacionalización de Ciudades¨, radica en la medida en la que los gestores van sacando partido de los diferentes proyectos de desarrollo territorial local en torno a su agenda pública.
Progresivamente, en lo que se podría catalogar como la ¨época cúspide de la democracia en América Latina¨ (se deja atrás el pasado dictatorial de los 70s ) y en donde la democracia es utilizada en todos los niveles de gestoría local como característica y valor legitimador de su ejercicio público, ésta estrategia debe estar fusionada con una excelente y articulada política de comunicación y participación ciudadana que implique mostrar y hacer presente a la ciudadanía de los beneficios de la apertura; ya que sin embargo de una u otra forma, la cooperación horizontal, la solidaridad y el beneficio mutuo, son apoyos fuertes en el proceso de internacionalización democrática; por consiguiente, precisa inherentemente de la legitimidad de su pueblo, así como lo describe el proyecto de Allas con su publicación, ¨La Irreversible Internacionalización de los Gobiernos Locales¨: ¨las relaciones internacionales en un municipio basarán su fundamento en el debate público y la comunicación constante, haciendo que los individuos participen y disfruten de los beneficios y cambios positivos que medios extranjeros podría traer¨.
Esto último es fundamental, ya que a pesar de que las ciudades latinoamericanas siguen creciendo y acelerando su proceso de urbanización, éste fenómeno no se ha acompañado de un plan concreto para la internacionalización de los municipios. Tristemente, el potencial iberoamericano se ve afectado por esta falta de apertura extranjera que limita el alcance de sus recursos (intelectuales, sociales, naturales) y frena el proceso evolutivo hacia una región moderna e interconectada.
Existen ya diferentes organismos e instituciones transnacionales preocupadas por esta falta de nexo entre lo internacional y lo local, buscando aportar a la conectividad sostenible de los municipios (a nivel urbano e institucional), con el mundo cosmopolita (de recursos y oportunidad). Claros ejemplos pueden ser organizaciones como Mercociudades, Redcisur, FLACMA, el proyecto AL-Las, o la UIM, como instituciones comprometidas al desarrollo integral de las ciudades y territorios latinoamericanos actuando como nexos y puentes para la cooperación efectiva de los diferentes actores. También, iniciativas como Hábitat III impulsan la cercanía y las alianzas históricas entre Latinoamérica y Europa (especialmente con España y Francia) para que por medio de lazos culturales y de recursos, se promueva la creación conjunta de experiencias de desarrollo en los gobiernos, municipalidades locales y la vinculación entre autoridades de ambos continentes.
Jorge Luis Borges nos dejó un legado y se comunica hoy a través de su espacio-tiempo para advertir que tal vez, es hora de comprender que en la esquirla pequeñita de existencia que se nos ha confiado, se nos presenta un portal magnífico para allegarnos y extender nuestro impacto como individuo o comunidad; ahora bien, depende de nosotros si somos lo suficientemente capaces de crear una estrategia continua que nos ayude a encontrar ese momento en el que nos demos cuenta de que realmente somos humanos, capaces de cooperar y merecedores… sí, merecedores de sentido, de dirección, de apertura en base del buen-hacer, ya que como Borges bien dice: ¨…cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es¨. El momento es indiscutiblemente hoy, pero ¿Quién somos nosotros en el enrollado caos de la globalización? O mejor aún, ¿Qué quién queremos ser en los tiempos por venir?